La pelota Montessori es un recurso indispensable para el desarrollo sensorial del bebé y niño a través del tacto y oído, movimiento motriz y la coordinación.

Además de ser un material exhaustivamente creado para dar respuesta a sus necesidades, es un juguete que le acompañará durante las diferentes etapas de su crecimiento, ya que lo disfrutará desde el nacimiento hasta los cuatro años aproximadamente.

La pelota Montessori es diferente a otros juguetes. Está confeccionada con materiales naturales y es blandita, ofreciendo al bebé una sensación agradable y suave al tacto, sin poder hacerse daño en ningún momento. Además, tiene un cascabel dentro, lo que estimula el oído de los pequeños con un sonido suave y tierno, haciendo que la pelota sea mucho más atractiva y llamativa. También, la forma de los gajos que forman la pelota es ergonómica, acorde al tamaño de los deditos del bebé. Este aspecto favorece la motricidad y el desarrollo de la curiosidad innata que poseen los más pequeños.

Está demostrado que sus beneficios son innumerables, pero debemos tener en cuenta algunos aspectos para sacarle el máximo partido. Recordamos que son orientativas ya que cada niño tiene un desarrollo individual y diferente.

¿Cómo y cuándo utilizar la pelota Montessori?

Según la filosofía de María Montessori, los bebés necesitan elementos que inciten estímulos sencillos acordes a su desarrollo y que supongan objetivos alcanzables. De hecho, es recomendable tener en cuenta esto a la hora de ofrecer cualquier elemento de juego a nuestros pequeños.

La pelota es un gran compañero de entretenimiento y aprendizaje ya que se adapta a las necesidades del pequeño según su edad:

De 0 a 5 – 6 meses se aconseja colgarla a la mano del bebé en una zona diurna. Así, puede utilizarse como móvil táctil de manera que el bebé pueda tocarla, golpearla o acercársela, estimulando sus primeros movimientos de golpeo y agarre. Sea desarrollando el sentido del oído al escuchar su cascabel, el sentido de la vista mediante la visualización de sus colores llamativos o el sentido del tacto al acariciarla, es el acompañante perfecto en casa y en el paseo.

De 5 – 6 a 12 meses su utilización varía y ya no se la ofrecemos colgada. Es una buena idea atar entre las juntas de los gajos trozos de lazo de de diferentes larguras, texturas y colores. Así, además de desarrollar la motricidad gruesa, favorece el inicio de la motricidad fina mediante el tacto y la utilización del agarre en forma de pinza o pinza digital, que comienza alrededor del octavo/noveno mes.

Por otra parte, a esta edad fomenta el desplazamiento y el inicio del gateo, esencial en el desarrollo motor. Gracias a su forma, la pelota rueda poca distancia por lo que el bebé la considerará un objetivo alcanzable, lo que le motivará a acceder a ella sin sentirse frustrado. Además, su diseño ergonómico le ayudará a cogerla y agarrarla sin problema.

De 12 a 24 meses, en sus primeros pasos, podrá aventurarse a golpearla con los pies. Al no alejarse demasiado, le proporciona repetición y por consiguiente perfeccionamiento y desarrollo progresivo de su bipedestación.

De aquí en adelante, según pasa el tiempo, la pelota resultará ideal para jugar en casa porque no supone peligro ni por su peso ni por sus dimensiones.

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